miércoles, agosto 24, 2005

El hombre es un "ser cantante"


Además de que somos seres parlantes, pensantes, (al menos algunos), somos sin duda seres cantantes, el que mas el que menos, a casi todos nos gusta cantar, es definitivamente un hecho humano martirizar a los que para su mala fortuna nos escuchan. Claro ejemplo es el que trae sus audífonos y se olvida del sufrimiento del mundo acrecentándolo con sus berridos, los mas tímidos lo hacen en soledad en la privacidad de su cuarto o en el baño, los mas arrojados en publico, pero la mayoría disfrutamos a costa del sufrimiento de los demás y del propio intentando entonar una cancioncita, no se diga con unos tequilas encima, es la manera más fácil de soltar la lengua, y calentar la garganta.

Comúnmente las fiestas que son en casa de alguien, terminan con una sentida y desentonada cantata, entonces a todos nos aflora una exaltación folklórica, vernácula, nacionalista y naca, “tóquenme la misma” y los amigos se abrazan, y desentonan juntos una canción de esas “llegadoras” el dolido pide una de José Alfredo, el romántico una balada pop, el grupero exige una de “intocable” no falta el wey que quiere de Arjona, o el trovador que pide a Silvio , el caso es que terminan cantando a todo pulmón, lo que podría originar todo un estudio psicológico del cantor y del cantar.

Para empezar esta el arrítmico que nunca va de acuerdo con la canción y acelera y desacelera sin encontrar nunca el ritmo, tenemos al que no se sabe la canción pero que ganas le hecha, o el que cambia la letra que no se sabe por una que se inventa, o el que desentona y desafina con una combinación de elementos acústicos que solo podemos soportarle por que es el que puso la casa; menos insufrible es el que se imagina mejor tenor que Placido Domingo.

El caso es que muchos disfrutamos de cantar, y aunque no es nuestra intención pasarle las cuentas a los demás en ocasiones sucede, lo importante es poder hacer lo que nos proporciona satisfacción. Para mi cantar siempre es un placer, solo espero que por tu bien no te encuentres tan cerca como para escucharme.

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